Mientras caminas junto al río Lagares, probablemente te cruces con grandes matas de hierba altas como personas, arbustos que parecen decorar el paisaje y flores que no parecen de aquí. Pero muchas de esas plantas, aunque bonitas, no son naturales de Galicia… y están causando un problema real para el ecosistema del río.
Las plantas invasoras son especies que llegaron de otros países —a veces como plantas ornamentales o por accidente— y que se adaptaron tan bien que desplazaron a las especies autóctonas, alterando el equilibrio ecológico.
Una de las más llamativas es la cortaderia selloana, conocida como plumacho o hierba de la Pampa. Forma grandes penachos blancos muy visibles en verano y otoño. Aunque parezca inofensiva, se reproduce con una velocidad enorme y ahoga otras plantas, colonizando los márgenes del río.
También verás probablemente uña de gato (Carpobrotus edulis), una planta rastrera con flores violetas o amarillas que parece “carnosa”. Esta especie, originaria de Sudáfrica, forma alfombras densas que impiden crecer a otras plantas y modifican el suelo.
Otra invasora frecuente es la acacia negra (Acacia melanoxylon), un árbol que se propaga rápidamente y cambia la composición del terreno al liberar compuestos tóxicos para otras especies. En algunos tramos del Lagares ya ha sustituido a árboles nativos como los alisos o sauces.
Estas especies se expanden especialmente en las riberas alteradas o donde hay poca vigilancia, y aunque algunas ya están controladas en tramos urbanos, siguen avanzando en zonas más salvajes del río. Las autoridades y asociaciones ambientales están llevando a cabo campañas para eliminarlas y recuperar la flora autóctona, como el helecho, el junco o el sauce blanco.
Este caché se encuentra en una zona donde aún se nota el efecto de estas plantas. Si te fijas bien, podrás ver cómo compiten entre sí por el terreno... y quizás ayudar un poco: ¡si ves una plántula de plumacho, no la ayudes a crecer!